Los persas habían asentado al sur de la Meseta de Irán, conjuntamente
con los medos que lo hicieron al
norte, cerca del 1500 a.c. Hacia el 612, los neobabilonios lograron extender su
dominio por el norte de la Mesopotamia, parte de Asia menor y la Meseta de
Irán, que con apoyo de los medos lograrían centrar su imperio en Ecbatana, al
norte de la meseta, y dominar a los persas del sur.
Estuvieron cerca de alcanzar las
costas del Mar Egeo pero fueron detenidos por el reino de Lidia. Recién a
mediados del siglo VI a.c., al mando de Ciro
II “El Grande” los persas lograron la independencia del dominio medo y
comenzaron una expansión, logrando alcanzar el reino de Lidia y las colonias
griegas del Asia Menor.
La expansión persa siguió con el
hijo de Ciro, Cambiases, que fue
sucedido por Darío, un nombre que
asumió el poder y organizó el Imperio, subdividiéndolo en provincias para el
cobro de tributos y el mejor control territorial. En este período, la extensión
desde el valle del Indo hasta Tracia y Macedonia. Al final de su mandato
comenzaron las “guerras greco-pérsicas”, conocidas como “Guerras Médicas”,
contra los griegos.
Organización política
Si bien el Emperador persa tenía
el poder absoluto, contaba con una infinidad de funcionarios de los que
destacaban los cancilleres quienes tenían a cargo el control de los sátrapas, quienes tenían a cargo la
gobernación de una provincia o “satrapías”, y eran acompañados por un jefe de
guarnición, que controlaba las tropas locales. Éstos eran controlados por
espías enviados por el Emperador.
Para lograr el control
territorial realizaron una fuerte construcción de una red de rutas y caminos
que lograban la articulación de las satrapías con la capital del Imperio. La
conexión más importante era el “Camino Real”. Además establecieron un sistema
de monedas acuñadas que permitía el intercambio unificado, incluido el sistema
de pesas y medidas.
Religión
El sol inspiraba un dios que los
persas llamaban Mitra, que regulaba
los fenómenos naturales, el fuego y la tierra. Durante los siglos VII a.c. al
VI a.c., Zaratustra (o Zoroastro), predicó una religión
monoteísta que fue impulsada por sus seguidores a través del Zend Avesta, el cual refería a un dios,
Ahura Mazda, que propició el mazdeísmo, creencia que lo venera como
un representante del Bien, la Verdad y la Justicia. Se caracterizaban por no
tener rituales o templos para desarrollar la práctica. Creían en la
inmortalizad del Alma, donde el mundo del bien era infinito y el mundo del mal
tenía su fin.
Dominación Persa
La dominación Persa se caracterizaba
por respetar las culturas de los pueblos pero imponían la administración y el
cobro de tributos, generalmente en especies, que permitía el abastecimiento del
funcionariado del Rey. Los persas tuvieron importantes palacios a las variadas
capitales (Ectabana, Susa, Babilonia, Pasargada (construida por Ciro “el
grande”) y Persépolis (levantada por Darío). La arquitectura destacaba por su
muestra de fortaleza, decoradas con columnas con capiteles de toros o
unicornios, y no utilizaban imágenes femeninas, solo hay grabadas figuras como
reyes, soldados u otros.
El rey era protegido por una
guardia especial llamada “Inmortales” compuesta invariablemente por 10.000
miembros y de familia noble, que vestían telas costosas teñidas con púrpura y
azafrán. Tenían en sus escudos un halcón, signo de la familia real, y usaban
debajo de sus túnicas una coraza tachonada de bronce.
Las tropas se organizaban
decimalmente: decurias (diez) que sumadas diez formaban una centuria y a su
vez, sumados diez formaban un regimiento de mil soldados. Su ejército integró a
soldados de nacionalidades conquistadas y se contrataban mercenarios. Tenían la
infantería como fuerza de choque, arqueros y caballería.
La caballería tuvo una
evaluación, incorporando escudos de protección y dividiéndose en ligera, para
acciones de desgasta con ataques y retiradas, y la pesada, que estaba acorazada
y era compuesta por miembros de la nobleza. Tuvieron diferentes usos de armas,
como flechas, dagas, mazas e, incluso, se incorporaron guadañas en las ruedas
de los carros de guerra. Durante el siglo IV, los persas incorporaron elefantes
en los enfrentamientos que tuvieron con Alejandro Magno. A su vez, sumaron
naves y tripulaciones fenicias que le permitieron alcanzar ciudades del sur de
Grecia y Egipto.
Texto: Ricardo Romero
Muy interesente y llena denmucha information muy útil que da una muy buena vision de esta interesante make parte de la historia.
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