miércoles, 19 de agosto de 2015

Imperio Persa

Los persas habían asentado al sur de la Meseta de Irán, conjuntamente con los medos que lo hicieron al norte, cerca del 1500 a.c. Hacia el 612, los neobabilonios lograron extender su dominio por el norte de la Mesopotamia, parte de Asia menor y la Meseta de Irán, que con apoyo de los medos lograrían centrar su imperio en Ecbatana, al norte de la meseta, y dominar a los persas del sur.

Estuvieron cerca de alcanzar las costas del Mar Egeo pero fueron detenidos por el reino de Lidia. Recién a mediados del siglo VI a.c., al mando de Ciro II “El Grande” los persas lograron la independencia del dominio medo y comenzaron una expansión, logrando alcanzar el reino de Lidia y las colonias griegas del Asia Menor.

La expansión persa siguió con el hijo de Ciro, Cambiases, que fue sucedido por Darío, un nombre que asumió el poder y organizó el Imperio, subdividiéndolo en provincias para el cobro de tributos y el mejor control territorial. En este período, la extensión desde el valle del Indo hasta Tracia y Macedonia. Al final de su mandato comenzaron las “guerras greco-pérsicas”, conocidas como “Guerras Médicas”, contra los griegos.


Organización política

Si bien el Emperador persa tenía el poder absoluto, contaba con una infinidad de funcionarios de los que destacaban los cancilleres quienes tenían a cargo el control de los sátrapas, quienes tenían a cargo la gobernación de una provincia o “satrapías”, y eran acompañados por un jefe de guarnición, que controlaba las tropas locales. Éstos eran controlados por espías enviados por el Emperador.
Para lograr el control territorial realizaron una fuerte construcción de una red de rutas y caminos que lograban la articulación de las satrapías con la capital del Imperio. La conexión más importante era el “Camino Real”. Además establecieron un sistema de monedas acuñadas que permitía el intercambio unificado, incluido el sistema de pesas y medidas.


Religión

El sol inspiraba un dios que los persas llamaban Mitra, que regulaba los fenómenos naturales, el fuego y la tierra. Durante los siglos VII a.c. al VI a.c., Zaratustra (o Zoroastro), predicó una religión monoteísta que fue impulsada por sus seguidores a través del Zend Avesta, el cual refería a un dios, Ahura Mazda, que propició el mazdeísmo, creencia que lo venera como un representante del Bien, la Verdad y la Justicia. Se caracterizaban por no tener rituales o templos para desarrollar la práctica. Creían en la inmortalizad del Alma, donde el mundo del bien era infinito y el mundo del mal tenía su fin.


Dominación Persa

La dominación Persa se caracterizaba por respetar las culturas de los pueblos pero imponían la administración y el cobro de tributos, generalmente en especies, que permitía el abastecimiento del funcionariado del Rey. Los persas tuvieron importantes palacios a las variadas capitales (Ectabana, Susa, Babilonia, Pasargada (construida por Ciro “el grande”) y Persépolis (levantada por Darío). La arquitectura destacaba por su muestra de fortaleza, decoradas con columnas con capiteles de toros o unicornios, y no utilizaban imágenes femeninas, solo hay grabadas figuras como reyes, soldados u otros.

El rey era protegido por una guardia especial llamada “Inmortales” compuesta invariablemente por 10.000 miembros y de familia noble, que vestían telas costosas teñidas con púrpura y azafrán. Tenían en sus escudos un halcón, signo de la familia real, y usaban debajo de sus túnicas una coraza tachonada de bronce.

Las tropas se organizaban decimalmente: decurias (diez) que sumadas diez formaban una centuria y a su vez, sumados diez formaban un regimiento de mil soldados. Su ejército integró a soldados de nacionalidades conquistadas y se contrataban mercenarios. Tenían la infantería como fuerza de choque, arqueros y caballería.


La caballería tuvo una evaluación, incorporando escudos de protección y dividiéndose en ligera, para acciones de desgasta con ataques y retiradas, y la pesada, que estaba acorazada y era compuesta por miembros de la nobleza. Tuvieron diferentes usos de armas, como flechas, dagas, mazas e, incluso, se incorporaron guadañas en las ruedas de los carros de guerra. Durante el siglo IV, los persas incorporaron elefantes en los enfrentamientos que tuvieron con Alejandro Magno. A su vez, sumaron naves y tripulaciones fenicias que le permitieron alcanzar ciudades del sur de Grecia y Egipto.





Texto: Ricardo Romero

1 comentario:

  1. Muy interesente y llena denmucha information muy útil que da una muy buena vision de esta interesante make parte de la historia.

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